Los chequistas practicaban la tortura sistemáticamente y reservaban muertes atroces para los detenidos. Aplicaban el manual completo de tormentos medievales: desollamiento, crucifixión, empalamiento, lapidación, horca... no había especialidad que los agentes de Dzerzhinski ignorasen.
El fusilamiento era quizá el más benévolo de sus veredictos.
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