Entre estos miles de asesinados no había militares vinculados al alzamiento militar. Las víctimas eran religiosos, políticos, militares jubilados, nobles o católicos. Todos ellos fueron sacados sucesivamente de las cuatro cárceles en las que se encontraban encerrados –Modelo, Porlier, San Antón y Ventas- y, con la excusa de su traslado a Valencia, llevados a la localidad próxima la río Henares donde, tras ser desvalijados y obligados a cavar su fosa, eran acribillados a balazos y enterrados, en algunos casos se les llegó a enterrar vivos, sin el tiro de gracia.
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