«No son colas. ¡Son colísimas! Es un vaivén constante, cuando llega un producto vuela de los anaqueles, la gente se lanza desesperada», se quejaba ayer Zoila Ruiz frente a un automercado de Santa Mónica. «Hay colas para todo, incluso el domingo para comprar las velitas que le pusimos a la Virgen de la Candelaria en su día», confesó la mujer.
Si Caracas se lamenta, el resto del país llora. Las colas son enormes cuando las hay, porque muchos productos llevan días desaparecidos, lo que ha provocado el aumento de viajes a la capital para comprar a la desesperada.
«Mi madre me llamó desde Mérida: necesitaba harina, leche, azúcar, café y carne. Hice un paquete y mi primo vino a Caracas para llevárselo», confesó a este periódico el propio cafetero mientras esperaba un nuevo envío de harina. No sabe cuándo llegará.
http://www.elmundo.es/internacional/2014/02/04/52f14768268e3ed35d8b4581.html
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